Noviembre del 2021. Noveno cumpleaños.
Mi querida niña, mi María del Mar, han pasado nueve años desde la primera vez que te
escribí, tu tenias tus primeros meses de vida y lógicamente no sabías leer y yo
he esperado pacientemente que fueras mayor para que me pudieras leer ya habrás
leído lo que con tanta ilusión te escribí. Tú eras mi primera niña de mi
descendencia y mi primera ilusión eras y eres la niña de mis ojos y lo sigues
siendo. Como te he ayudado a crecer y te he rozado tanto, el amor que siento por ti es inmenso.
Verte crecer ha sido y es mi gran felicidad, verte tan linda,
tan responsable, inteligente, tan alegre
es en resumen la gran satisfacción de este abuelo tuyo que se le cae la baba al
escucharte hablar con ese gracejo y facilidad de palabras que Dios te ha dado.
Ya cuando me ves por la calle y abres tus brazos y corre
hacia mí y me abraza diciéndome, abuelo, abuelo y tu hermanito Miguel te imita y corre hacia mí
me hacéis el abuelo más feliz de la tierra ya que esos abrazos son dobles,
repetidos simultáneamente.
Como ya eres mayor y sabes valorar lo que tienes, y lo más
importante son los buenísimos padres que tenéis, esto te lo digo con una
seguridad grande ya que te hablo con propiedad y conocimiento de causas.
Ahora tienes una nueva etapa para vivir, y quizás sean los
estudios lo más aproximado e importante, estudias mi niña, imita a tu madre que
ella sola se ha labrado con mucho sacrificios su brillante porvenir, tienes muy
cerca un buen espejo donde mirarte, sin olvidarte de tu padre, ese hombre bueno
y trabajador que os mima tanto a tu hermano como a ti.
Me llevaría mucho tiempo escribiéndote, se me para el reloj,
pero los viejos somos muy pesado y temo cansarte, sólo pedirte que me quieras
como yo te quiero a ti. Ya me despido,
quedándome un amargo de no saber expresarme como quisiera por eso te
digo y te repito que estudies mucho, mi niña. Tu abuelo Pepe.