30 de junio de 2013



LA ILUSIÓN DE UN ABUELO



Después de un año sin subir ninguna entrada a mi blog (en el que reinaba el silencio), hoy me he decidido a escribir, ya que durante este año me ha pasado lo mejor que me podía pasar a mi edad. Un gran acontecimiento vino a sucederme en Noviembre y es que... ¡me han hecho abuelo! Mi primera y única nieta hasta ahora, ya que soy padre de tres hijos varones.

Escribir me cuesta, pero me gusta. Esta actividad la he practicado tan poco en mis años de vida laboral por falta de tiempo, pero ya jubilado tengo todo el tiempo del mundo y necesito lanzar a los cuatro vientos mi estado de felicidad por la llegada al mundo de mi niña Mª del Mar.

Dormirla en mis brazos... ¡qué gozada! Llevarla de paseo al parque... ¡qué felicidad! Darle con la cucharilla el zumo, etc... Ahora cuando veo un niño que llora o se cae sufro mucho más. Por eso creo que debo publicar esta nueva y maravillosa sensación por si algún abuelo despistado lee este humilde blog le sirva de ánimo, olvidando un poco el machismo que hemos padecido y ejercido en tiempo pasado los que peinamos canas. Proclamo que todos practiquemos esta encantadora actividad que es
EJERCER DE ABUELO, algo que de siempre se ha creído cosa de mujeres


Los tiempos van cambiando y todo esto conlleva nuevas costumbres como que los abuelos, al estar trabajando los padres, seamos los que tengamos que bregar con los nietos, disfrutándolos y sabiendo que hay cosas y detalles de los nietos que no tienen precio, como puede ser la sonrisa de todos ellos.








24 de junio de 2013

DIALOGO CON MI NIETA



Sí, sé que tengo 64 años y tú cuatro meses y tres semanas, pero yo quiero contarte mis buenas sensaciones hacia ti. Ya sé que no tienes edad para comprender, pero espero y deseo que mi hijo, tu padre, se encargue de hacerte llegar estas letras para cuando tú tengas diez añitos la puedas leer, por aquello de que lo escrito, escrito queda.

Mª del Mar, tu eres mi primera nieta, mi primera niña, la primera que llega a mi casa, y, como el primer amor, es el que genera más ilusión.

Quisiera decirte en este escrito grandes cosas, grandes parrafadas, ¡princesa mía!, pero no me salen, me queda un resquemor de no haber sido… Me gustaría ser un Juan Ramón Jiménez, en definitiva ser un buen literato, pero no, hija no, sólo soy tu abuelo frutero, eso sí, con mucha hambre y sed de cultura y letras. Me gustaría tejer los hilos de tu destino; ante todo eres un ser libre para escoger lo que a ti te guste. A mí me gustaría las letras ya que creo mucho en los genes y, como soñar no cuesta dinero, te veo en mis sueños como escritora, no sé, algo grande, pues de “casta le viene al galgo” y tienes en tu madre un buen espejo para mirarte ¡¡¡Gran mujer tu madre ¡¡¡ hecha por sí sola. No me quiero olvidar de tu padre, integro, honrado, bueno, tienes que estar orgullosa de ellos.

Ha llegado a mis manos un escrito de la abuela de tu abuelo. Allá por el año 1863 (creo que reinaba en España Isabel II) ya escribía tu tatarabuela y eran pocas personas las que podían acceder al colegio, ya que la educación estaba por desgracia al alcance de pocos. Yo he descubierto ahora en mi jubilación que me gustan las letras, pero me falta imaginación. Te narro cosas simples, cosas cotidianas, menudencias intrascendentes y por eso espero que te gusten estas líneas ya que tú y yo somos los protagonistas.

Hoy 26 de marzo de 2013, Lunes Santo para más seña, yo te escribo mientras tú duermes. Hoy hemos convivido nuestras primeras horas juntos, nos hemos paseado por tu barrio que, para mí, era poco frecuentado. ¡Y qué bien lo hemos pasado, Mª del Mar! He gozado del paseo, del aire, del clima (aunque amenazaba lluvia) pero sobre todo de ti: tu ternura, tu paz, tu sueño… hoy me he sentido útil, cosa que últimamente brillaba por su ausencia. Me he sentido máximo responsable de ti. Te veo tan pequeñita, tan indefensa, que tu vulnerabilidad me hace sentir fuerte y poderoso ante cualquier ataque que tú tengas.

Tengo que contarte que, cuando íbamos de paseo, esa responsabilidad de la que te hablo me hacía tener mis temores: una nube negra que asoma, un perro grande que ladra, un aire frío que azota, pero todo eso era nada por una sonrisa tuya que me quita temores y penas. Termino Mª del Mar, que los viejos somos muy pesados, no sin antes cantarte una nana de Miguel Hernández.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,

cárcel me arranca.

Boca que vuela,

corazón que en tus labios

relampaguea.

Es tu risa la espada

más victoriosa.

Vencedor de las flores

y las alondras.

Rival del sol.

Porvenir de mis huesos

y de mi amor