ARA MI NIETECITO MIGUEL
Cuando hoy día 10 de un caluroso día de agosto de este 2020,
año negro y triste por tantas Cosas… El coronavirus quizás sea el
acontecimiento más llamativo y trágico, pero también hay otros motivos que uno, por discreción y prudencia
se quedan guardado dentro de los rincones del alma.
Pero yo mí querido Miguel, sólo te quiero hablar, o mejor dicho escribir de cosas agradables y alegres para cuando pases unos años lo puedas leer y saber lo que te quise, lo te quiero y lo que te querer siempre tu abuelo Pepe. Acaba de cumplir 30 mese, dos años y medios y siendo un capullito de vida, todo lleno de inocencia y ternura, siempre regalado sonrisas con esos dientes tan blanco como jazmines florecientes, que llena de alegría, no solo a tu abuelo, sino también a tus tíos abuelos, Genara, Paco y Manolo, ya que durante los días que tus padres trabajaban, yo te llevaba de paseo a casa de mi madre, mi templo de sentimientos y recuerdos de mi niñez en la que yo me veis reflejado en ti
.
Tú como si de una liturgia religiosa se tratara, a las diez en punto esperábamos que dieran las diez campanadas, de la torre de la Iglesia, del campanario haciéndote mucha ilusión, veíamos el Cristo que en una cerámica en la fachada de la Iglesia tu lo miraba con curiosidad e inocencia y me decías que tiene” pupas “después íbamos a casa de tita a coger los jazmines y llevárselo a tita Candi, que en la mesa de centro estamos los siete hijos, fotografiado con nuestros queridos padres y ella como hasta ahora es la ausente de los hermanos tiene un sitio preferente. Después le pides a tita Genara tus dos galletas que con tu clásico apetito te las comes.
Ver las revistas de San Antonio que tanto te gustaba y por
último acariciaba con mucha precaución a la gatita “Dulce “. Después nos íbamos
para tu casa cogidito de la mano tú seguro con tu abuelo y tu abuelo lleno de inundada alegría, por disfrutar
tanto con tu compañía. Sé que lo que
cuento son pequeñeces, insignificancias, que quizás no le interesen a nadie,
sólo a nosotros tu familia ya que está llena de amor del bueno. Quiero dejar
aquí escrito, que lo escrito, escrito queda, lo mucho que te tengo que
agradecer Miguelito por los ratos tan buenos que me ha hecho pasar a mí y a tus
tíos abuelos, y que esto no se compra con dinero son momentos irrepetibles que
me gustaría que volvamos a vivir.
Ya termino Miguel, sólo recordarte una frase “LOS ABUELOS QUE CUIDAN A SUS NIETOS DESDE PEQUEÑOS DEJAN HUELLAS EN SUS ALMAS “que los viejos somos muy pesados, repetimos mucho las mismas palabras, ten paciencia, pero que no se te olvide que tu abuelo te quiere con locura. Un beso grande para ti, mi niño.
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